domingo, 19 de abril de 2009

Nuestro mundo es grande

Desde tiempos inmemoriales el hombre ha creído que la tierra era el centro del Universo y con ello podía sentirse seguro y privilegiado.
Como un infante que es rodeado por sus mayores y encuentra su seguridad en lo conocido.
Sin embardo Copérnico y Galileo habían demostrado que era la tierra la que giraba y no el Sol, esto molestó mucho a la autoestima de la época y a regañadientes fue aceptado.

De acuerdo dijeron algunos, pero aunque la tierra no se encuentra en el centro del Universo el Sol sí, el Sol es nuestro Sol . Así pues la tierra se halla cerca del centro del Universo. Quizá de esta manera pudiera salvarse parte de nuestro orgullo.

Sin embargo las observaciones astronómicas habían comprobado que el Sol no era más que una estrella entre miles que recibe el nombre de Vía Láctea, estamos a 30.000 años luz del centro de nuestra galaxia.

Bueno entonces dijeron nuevamente, nuestra Vía Láctea es la única galaxia, pero se ha comprobado la existencia de muchas galaxias, y lejos está nuestra galaxia de ser el centro del Universo.
Nuevamente se dijo, está bien que nuestra galaxia no sea la única y no ocupe el centro del Universo , pero es la única que tiene planetas.

Pero a la fecha se han descubierto varios planetas en otras galaxias que echan por tierra esta afirmación.
En cada época los prejuicios autocomplacientes son puestos en tela de juicio en distintos ámbitos del debate científico, hoy por hoy, es aceptado por todos en la comunidad científica que el Universo se está expandiendo continuamente a partir de un punto cero llamado Big Bang, todas las galaxias se alejan unas de otras, no hay centro , no hay privilegios.
Los hechos confirman nuestra humilde posición en el Universo, que contrasta con la arrogancia cósmica compartida hasta hace apenas unos siglos.

Pero hubo un hombre, un profeta del desierto quien predicó algo diferente al orden establecido, y ello le costó la vida.
Un individuo extraordinario que prefirió morir antes que retractarse, que predicó que nuestro planeta no era más que uno en millones, ( Galileo que fue más práctico y no se arriesgó hasta el punto de morir por la ciencia).

Este hombre llamado Giordano Bruno pasará a la historia como uno de los mártires de la ciencia, víctima de una Institución quien se creía depositaria de la verdad y cuyo temor fue más grande que su convicción que no dudaron en silenciar en la hoguera aún estando vivo !
Un ejemplo de la conciencia y compasión de mensajeros de Cristo.
Para el resto de los mortales tenemos el legado de un hombre que aún no teniendo pruebas fue capaz de ser testigo de la verdad y luego morir.
El siguiente vídeo nos habla acerca de este hombre.

Referencias
CARL SAGAN, Un punto azul pálido, las grandes degradaciones, Planeta , Cap.3 , pgs 24-30

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